La vida es un camino, donde se van comprendiendo y aprendiendo muchas cosas que sirven para crecer. En los últimos meses del 2013, Dios me ha dado la gran sorpresa de encontrar un verdadero amigo. Con él, pude compartir mis sentimientos, los buenos y a veces los malos.
Pero así es la vida, muy dinámica. Cuando estaba de vacaciones en mi país después de tres años de experiencia misionera, recibí una decisión del Consejo Central como un gran regalo : era aceptado como seminarista. En un primer momento, me sentí cómodo hasta que tuve que comunicar mi decisión a los miembros de mi familia. Les fue difícil aceptarla, pero todos respetaron mi decisión.
Terminaron mis vacaciones y volví a Honduras. Era el 14 de Febrero, día del amor. Me esperaba otro gran desafío: terminar mis estudios de filosofía en el Seminario mayor de Tegucigalpa. Estaba lleno de esperanza por aprender y también por comprender más de cerca la cultura y el idioma español.
Mi vida de seminarista es muy interesante. Un día, después de haber concluido una de mis clases, un compañero me preguntó: “¿A qué congregación perteneces?” En nuestra conversación hablamos de muchas cosas, hasta el punto que él me preguntó sobre lo que pensaba sobre el status de los seminaristas. Sentí que ellos me querían decir que los seminaristas tienen un estatus más alto y asumir más protagonismo que los laicos. Yo no estaba de acuerdo y le dije pues que para mí somos iguales. Nosotros como seminaristas somos servidores de los demás.
Después de cuatro semanas, estuve tratando de construir nuevas amistades con los seminaristas y de controlar mis sentimientos para poder aprender y comprenderlos. Para practicar y mejorar mi español, yo trato de acercarme a ellos, los saludo y también platico con las señoras que trabajan en el seminario. Un día llegué muy temprano y tuve una sorpresa. Había un gran silencio y casi no había nadie dando vueltas, me pregunté: “¿Qué hay hoy? ¿Por qué tanto silencio?” Me respondieron: “hay retiro. Y ¿Tú no lo sabías?”- Sonreí pero interiormente estaba molesto, porque cada día yo estaba en el seminario y nadie me había informado de los horarios del seminario. Entonces, Dejé pasar este mal rato hasta que no aguanté más y fui a hablar con el director académico sobre la mala comunicación que hay y mi pérdida de tiempo. Entonces él mi pidió mi correo para enviarme los horarios y el calendario del seminario. Los seminaristas me preguntaron si yo no tenía miedo de hablar y de expresar mis sentimientos, yo les respondí que ¡No! Porque somos iguales!. Allí descubrí que los seminaristas tienen miedo a los formadores.
La última semana, antes de los exámenes finales un seminarista me dijo: “Te admiro, tú eres capaz de decir las cosas, pero hay que tener mucho cuidado”.
Estas reflexiones son suficientes para expresar mi experiencia como seminarista. Para mí es un proceso, un camino de aprendizaje de vida. Decir lo que es verdad no es fácil, pero cada uno de nosotros estamos llamados a vivir y decirla siempre con respeto. Yo estoy tratando de practicar ésto, de compartir, de ser justo y de tratar a todos por igual. El seminario es mi campo de práctica, estoy llamado a compartir mis dones y a vivir la verdad. Ser testigo es gran desafío, pero deseo motivar a mis compañeros seminaristas a serlo viendo que hoy estamos en un lugar de aprendizajes y un lugar para compartir los dones que hemos recibido de Dios.
En este camino como seminarista, Dios me da fuerza y ánimo a seguir su llamado, fuerza y ánimo para enfrentar las tormentas e inseguridades que vivimos hoy, fuerza y ánimo para aceptar las diferentes formas de pensar, sentir y actuar, fuerza y ánimo para vivir mi compromiso misionero de cara a lo que el mundo nos ofrece.
Y doy mil gracias a Dios, por seguir más adelante. Como el papa Francisco dijo: “Oren por mí”. Yo también les pido: “Oren por mí para que sea fiel a mi compromiso”.
JUVANNE LARRIGO REGIDOR, originario de Filipinas, asociado como laico misionero a la SME en Honduras desde 2011, actualmente cursa estudios de Filosofía en Seminario Mayor Nuestra Sra. de Suyapa, Tegucigalpa.
Excelente,
Gracias por el compartí..
Dios te bendiga..
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Animo, amigo…Dios te acompañe
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Bonita reflexion hermano….
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Ese es el verdadero espíritu… como Jesús dijo: «no tengan miedo de remar mar adentro» Aqui lo espero amigo
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Muchísimas a todos. Dios Bendecen
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