Semana del migrante 2014, Hondurass

Con motivo de la Semana del Migrante, que se viene  celebrando  desde el año  2002 en nuestro país, presentamos esta publicación  con un extracto del material de la semana del migrante 2014 realizado por la pastoral de Movilidad Humana en Honduras. El cual se nos entrega bajo el método Ver, Juzgar y Actuar invitándonos a la reflexión en torno a  éste tema.

migrantes

VER

De forma especial el material de la Semana del Migrante de este año fue elaborado según el mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y del Itinerante con el tema “Emigrantes y Refugiados: hacia un mundo mejor” y el tema nacional para reflexión sugerido por la Comisión Nacional de Pastoral “Cristo es nuestra paz”. ¿Pero porque es necesario recordar sobre Cristo, paz y un mundo mejor?

Es evidente que los mensajes del Papa son dirigidos a la humanidad para que despierte y retome el proyecto de Dios de un mundo de justicia, fraternidad y paz.  La necesidad de construir un mundo mejor es universal, pero miremos por qué esta urge en  Honduras.

Empecemos por analizar la realidad de empobrecimiento, miseria y violencia generalizada producto de la corrupción y de la impunidad.  Es cierto que Honduras ha sufrido mucho las consecuencias del Huracán Fifi (1974) y posteriormente, el Huracán Mitch (1998), pero la reconstrucción del país, principalmente después del Huracán Mitch no fue posible, porque gran parte de las ayudas internacionales y recursos nacionales fueron y siguen siendo utilizadas de forma incorrecta.

La corrupción sigue siendo un cáncer que empobrece a la población nacional, limita en casi 0% la garantía y respecto de los derechos fundamentales de sus ciudadanos. No hay educación ni salud pública de calidad, no hay acceso a la vivienda, a la alimentación y al trabajo.

Son 16 años post Mitch en que el Estado no ha cumplido su obligación de garantizar la seguridad integral de la población. Esa carencia de todo lo que es necesario para vivir dignamente ha resultado en que la única alternativa de búsqueda de una mejor vida es emigrar.  Se estima que más de un millón y medio de hondureños  viven fuera del país, y la gran mayoría de forma irregular. Los principales países en que se encuentran son: Estados Unidos, Canadá, España, Italia, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Belice.

Mas OJOS… principalmente en los últimos años el factor determinante para la emigración de miles de connacionales es la violencia generalizada. En 2013 de los 37,937 adult@s deportad@s vía aérea y 30,884 vía terrestre un 8 a 10% salieron del país principalmente por la violencia generalizada; y en muchos de los casos por extorsiones, persecución y amenaza de muerte por parte del crimen organizado. O sea, más de 6 mil connacionales que han sido deportad@s en el año de 2013 inmediatamente tuvieron que regresar a la ruta migratoria de forma irregular porque quedarse en territorio hondureño significaba su propia MUERTE.

La emigración de menores de edad

Tanto como iglesia como sociedad, todos saben que el migrante irregular es el más vulnerable en cualquier ruta migratoria. Pero en los dos últimos años la Pastoral de Movilidad Humana, juntamente con otras organizaciones, vienen llamando la atención para la emigración irregular de niños, niñas y adolescentes que están emprendiendo el camino hacia el norte de forma peligrosa.

En la ruta migratoria los menores de edad están expuestos a todos los riesgos a los cuales se exponen los adultos: extorsiones, secuestros, explotación sexual y laboral, accidentes de tren y hasta la muerte.

 Pero son todavía más vulnerables por ser niños.

Según autoridades migratorias mexicanas 90% de los coyotes abandonan a los niños en México, otros venden  a los niños a redes de trata de personas o grupos criminales que actúan en la ruta migratoria. 100% de los niños y niñas que son detenidos en México son repatriados a Honduras, o sea, no les dan oportunidad para permanecer en este país con algún tipo de permiso. Quienes llegan a Estados Unidos, una vez que tengan un familiar allá que se haga a cargo de él, se les permite permanecer con un documento especial, pero la mayoría son repatriados, principalmente si viajan con sus madres.

Según datos del Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia, actual Dirección de la Infancia, Adolescencia y Familia – DINAF, de enero a mayo de 2013 fueron repatriados de Estados Unidos y México 1,347 menores de edad, para los mismos meses en este año de 2014 ya se han recibido 3,706 niños repatriados y la mayoría de México. Un aumento de 57%, o sea, más del doble, lo que significa que muchos más niños, niñas y adolescentes se están marchando del país.

¿Por qué ha aumentado tanto la emigración de menores de edad en Honduras?  Cuando se trata de la emigración forzada e irregular, sea de adultos como de niños, no se puede considerar apenas una causa, se habla de causas, que sumadas, determinan en la decisión de emigrar.

En relación a menores de edad la causa más común es la reunificación familiar, pero sumado a este deseo de reencontrarse con su madre o su padre, el o la menor, muchas veces decide irse del país huyendo de la violencia que sufre en su propio hogar, pues infelizmente, varias personas que se han hecho cargo de hijos de migrantes no están aptas para eso, o peor, lo han hecho con la intención de explotarlos. La violencia generalizada también es determinante para que muchas mamás o papás manden a traer sus hijos, pues las maras y pandillas, con frecuencia reclutan y obligan a niños, niñas y adolescentes a prestarles diferentes servicios, desde ser “bandera” u “oreja”, extorsionar, robar y hasta matar. Las niñas y adolescentes son todavía más vulnerables, pues una vez “elegidas” por un marero o pandillero, son obligadas a servirle sexualmente y hasta ser la “novia comunitaria”, o sea, servir sexualmente a todos los miembros del grupo.

Son varios los testimonios de madres, abuelas, tías, madrinas o personas a cargo de hijos de migrantes que declaran haber enviado a menores a la ruta migratoria, no acompañados por adultos, como forma de huir de las maras y padillas que los cercaba cada día más. Para evitar involucrarse con el crimen o ser muerto por él, los menores de edad arriesgan la vida en la ruta migratoria.

En Honduras la niñez, adolescencia y juventud sufre un abandono histórico. ¿Cuántos años hace que no existe educación y salud pública de calidad para los niños de este país? ¿Dónde pueden estar de forma segura y productiva mientras sus papás o mamás trabajan? Más aún, ¿Cuántas fuentes de empleo hay para que los papás o mamás no sean obligados a emigrar?

Además del olvido histórico por parte del Estado, en los últimos 10 años los niños, niñas, adolescentes y jóvenes hondureños sufren el sentimiento de abandono por parte de los miles de hombres que no asumen la paternidad de sus hijos, y por parte de las muchas madres que son obligadas a emigrar en búsqueda de una vida mejor para sus hijos. Para miles de hondureños un mundo mejor de justicia y paz solo lo pueden buscar fuera de su patria.

JUZGAR

Cristo es nuestra paz. Esta es una afirmación que, principalmente en los tiempos actuales de tanta violencia, muchos estamos haciendo experiencia, pero lastimosamente, en nuestra sociedad existe una gran necesidad de que se viva con coherencia el “ser cristiano” para que Cristo pueda ser paz en todos los rincones de Honduras.

Según el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz el fundamento y camino para la paz es la fraternidad.  Si el vivir de las comunidades fuera fundamentado verdaderamente en la fraternidad no existirían los signos de muerte: pobreza, miseria, guerras, crimen organizado, explotación, discriminación, violación de los derechos humanos, todo lo que hiere la dignidad humana.

 La fraternidad es el amor de Dios que sigue creando y recreando la humanidad a través de los seres humanos. Solo en la vivencia del amor fraterno es que se puede construir un mundo mejor. Más ¿Cuál es este mundo mejor?

El Papa Francisco afirma: “Emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad. Se trata de niños, mujeres y hombres que abandonan o son obligados a abandonar sus casas por muchas razones, que comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser ‘algo más’”. Algo más también pide el Papa a todos las personas y principalmente a los cristianos y cristianas, que haya una conversión de actitudes y se pase de una “cultura de rechazo” a una “cultura del encuentro” con el otro.

¿Qué se ha hecho desde entonces?

La humanidad, indistintamente, siguió con el proyecto de la globalización, no  de la solidaridad y de la fraternidad, pero más que todo de la globalización producto, causa-consecuencia del neoliberalismo. Un modelo de “globalización que nos acerca a los demás, pero no nos hace hermanos”. Además, las numerosas situaciones de desigualdad, de pobreza y de injusticia revelan no sólo una profunda falta de fraternidad, sino también la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas ideologías, caracterizadas por un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materialista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del “descarte”, que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados “inútiles”. Así la convivencia humana se parece cada vez más a un mero “tengo que hacer” pragmático y egoísta. Mensaje Jornada por la Paz, 2014. Todo eso se resume en la “globalización de la indiferencia”.

ACTUAR

Como Iglesia “en camino con los emigrantes y refugiados, se compromete a comprender las causas de las migraciones, pero también a trabajar para superar sus efectos negativos y valorizar los positivos en las comunidades de origen, tránsito y destino de los movimientos migratorios”     (Mensaje del Papa Jornada Emigrante y Refugiados 2014). Como cristianos debemos ver  a los emigrantes y refugiados no como un problema y sí el propio Jesús que camina entre nosotros. Son hermanos  que deben ser acogidos respetados y amados. Esta actitud de fraternidad es la globalización del amor y de la paz.

La paz radica en este amor fraterno, el cual impide la realización del mal, por eso, todos las formas de violencia se combaten con el amor, con la fraternidad y solidaridad, no hay otra receta para este cáncer que devasta familias y comunidades enteras.

La paz también es sinónimo de justicia, por eso cabe a todas las autoridades políticas dirigir leyes, políticas públicas, programas y proyectos con el objetivo de garantizar la igualdad social. Y por parte de los cristianos, a ejemplo de Jesús, denunciar las injusticias e incidir para que se garantice vida dignidad a toda la población.

En esta sociedad de consumo, nuestro deber de construir un mundo de justicia es elegir vivir de una manera sobria, o sea, con lo necesario, sin ambición de acumular riquezas, pues muchas veces el deseo del tener y poder son los que alimentan la cultura de explotación, exclusión y muerte. Y de igual forma, impulsar la solidaridad, la práctica del compartir con los demás los bienes recibidos, pues nadie es tan pobre que nada pueda dar.

Es necesario para construir un mundo mejor redescubrir el valor del diálogo, de la escucha sincera del otro, del perdón, de la esperanza y de la reconciliación. La paz mundial empieza por la paz personal, familiar y comunitaria.

PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA – CEH Tegucigalpa

Coordinación: Hna. Lidia Mara Silva de Souza, MSCS,

pmhhonduras@yahoo.es

Puede acceder al material completo de la semana del migrante en el siguiente link Folleto Semana del Migrante 2014

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