La Gracia del llamado Misionero

DSC_0101Llegué a Kenia hace ya un año y comencé aquí un camino de encuentro con Dios en medio del pueblo. A lo largo de este año he vivido momentos de desafíos y encuentros conmigo mismo y con Dios que se ha hecho presente en mi caminar.

No podría decir que yo he hecho un gran trabajo misionero de acuerdo a lo que muchos entienden como misión, es decir trabajar en grupos parroquiales, catequizar, hacer labor social. Mi proceso en Kenya ha sido lento pero aleccionador. He tenido que cultivar la paciencia, aprender a ser dócil al Espíritu de Dios, estar atento a su voz y a observarle través de las personas. He podido acercarme a la gente en sus realidades y aprender de su cultura tratando de evitar los prejuicios. La misión ha empezado primero en mí a través del grupo misionero y de la gente.

En un primer momento, el grupo misionero me invitó a hacer estudios sobre la cultura Africana y fue para mí una oportunidad para abrir mi mente y corazón a lo diferente. En efecto, existen muchas situaciones culturales que han sido para mí un reto sobre todo aquellas que podrían interpretarse en contra de la dignidad de la persona en particular para las mujeres (mutilación genital femenina, la dote) pero que adentrándose más en la cultura se puede comprender un poco mejor los orígenes de estas tradiciones aunque hoy en día no se justifiquen o se asimilen en su totalidad.

Después de esta etapa, se me propuso estudiar el kiswahili (es la lengua de la etnia Swahili). En la misión es sumamente importante poder comunicarse con la gente en su idioma. Aquí, el inglés y el kiswahili son los idiomas oficiales y son enseñadas en las escuelas aunque no son las lenguas maternas de los kenianos. Inicié estudios de Kiswahili en Nairobi pero la experiencia nos mostró que era mejor ir a Tanzania para estudiarlo. Estuve tres meses en este país vecino. Esto me permitió ser más consciente de cuanto valor tiene para la gente de aquí el hecho de que nosotros como misioneros nos esforcemos en hablar su idioma.

Recientemente, he vuelto a Nairobi para ir a la misión en la parroquia de Namanga, ubicada en una de las fronteras de Kenya con Tanzania. Se me ha pedido colaborar en los asuntos administrativos de la parroquia y del equipo misionero de esta comunidad. Dios no ha dejado de sorprenderme, me ha llevado de la mano y sigue mostrándome el camino.

He aprendido a abrir mi mente a lo nuevo, a la gracia de Dios manifestada en la vida diaria. Este es un país de gente muy creyente. No solamente en el Cristianismo pues es una sociedad donde convergen otras religiones como el Islam, El Hinduismo y las religiones tradicionales Africanas. He podido observarles en sus valores y eso también me ha inspirado a amar la misión de Jesús de la cual me ha hecho participar.

En el Señor Jesús esta la razón de mi esperanza y mi fe. Su amor sigue manifestándose en la vida que es dinámica y sigue dando frutos en un mundo sediento de justicia y paz.

Marvin Vásquez

Misionero Laico Hondureño

Asociado a la SME en Kenia

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