¡Vamos!

elsa¡Qué tal! ¡Te escribo desde la itinerancia!

Han pasado tres semanas desde mi última mudanza y aún tengo algunas pertenencias empacadas. Con el P. Leví mi compañero de misión, estamos aprendiendo la nueva ubicación de las cosas en el apartamento, organizando espacios, descubriendo otros y buscando lo que perdimos entre cajas, así que de vez en cuando nos escucharás decir: ¿dónde estará?

Actualmente vivimos al norte de Lima, en “Comas” que es un distrito de barrios populares, formado en su mayoría por migrantes de la Sierra que buscan mejores opciones de vida en la ciudad o bien personas cansadas de alquilar que construyen su casita en los cerros. Es aquí donde me introduzco colaborando en una institución del estado que vela por el desarrollo integral de niños y adolescentes. También acompaño la vida de la gente en los cerros. Al igual que ellos, desde que llegué al Perú, las partidas y llegadas han marcado mi camino.

Han sido siete meses vividos en diferentes casas entre Lima y Pucallpa, costa y selva. Esta peregrinación fue difícil de asumir considerando que antes de partir de Honduras viví 27 años en el mismo domicilio. Las salidas confrontan quien eres, prueban tus fuerzas y flaquezas, además exigen una especial confianza en Dios y en ti misma.

Sin embargo es un desafío que me ha permitido compartir con distintas personas, culturas y lugares, costumbres, creencias y luchas. Disfrutar diferentes sabores, música y arte. He aprendido a utilizar toda clase de transporte, a perderme y encontrar direcciones, a viajar más liviano, además desarrollar una habilidad especial para empacar y desempacar.

En el fondo esta experiencia me ha permitido comprender que los viajes más importantes no son los que suman kilómetros sino los que te sumergen al encuentro contigo misma y te impulsan al encuentro con otras personas. Y como diría Dom Helder Câmara: “Partir es abrirse a los otros, descubrirnos, ir a su encuentro. Abrirse a otras ideas, incluso a las que se oponen a las nuestras. Es tener aire de buen caminante. Partir es, ante todo, salir de uno mismo.”

En palabras del Papa Francisco “…todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (Evangelii Gaudium n° 20). Yo agrego que también es dejarnos encontrar por Dios y permitir que otros lleguen a nuestras periferias y las iluminen con su luz.

Te cuento que ahora por ser verano hay un ambiente de fiesta en nuestras calles. Están llenas de música, de niños en bicicleta o jugando con su pelota, vecinos y vecinas sentados en la vereda platicando y otros jugando al vóley.

Por las tardes cuando regreso a la casa encuentro grupos de niños o niñas de pie frente a una casa gritando “¡Antonio sal ya! ¡Vamos a jugar! O bien ¿¡Anita qué haces?! ¡Ven ya, sal!”. Sonrío y me hace recordar la invitación que Dios hizo Abraham, Moisés, Jeremías, a tantos otros y a pesar de todo se atrevieron a ponerse en marcha. Ahora esta invitación la hace a ti, a mí, de pie frente a la puerta de nuestra vida llamando por nuestro nombre: ¡Elsa vamos, sal ya! ¡Ven!

Elsa Lidia Izaguirre Madrid

Misionera Laica Hondureña

Asociada a la SME en Perú

2 Pensamientos

  1. La vida misionera o de un misionero, es salir, llegar, estar y posiblemente al igual que el Maestro, no permanecer. Excelente experiencia. Animo Elsa y desde Honduras nuestras oraciones para que Jesús que ya estaba allí, sea su motor y fuerza. Que la Madre de Suyapa les acompañe siempre.

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