La historia
nos ha ido revelando progresivamente el rostro amoroso de Dios. Se nos mostró como Padre-madre, Hijo y Espíritu. Dios es comunidad de amor. Entre las personas divinas hay una unión tan estrecha que decimos que Dios es uno solo, aún así cada persona de la Trinidad tiene una individualidad que las diferencia. En Dios no hay lugar para el individualismo y la indiferencia. La alegría de una de las personas es alegría de las otras, el sufrimiento de una es sufrimiento de las demás.
La Santísima Trinidad que celebramos hoy es una fiesta eminentemente misionera. Ella nos recuerda que estamos llamados a crear una comunidad humana donde se favorezcan las diferencias que individualizan y enriquecen a la humanidad. No se trata por lo tanto de fusionar ni de pasar la máquina aplanadora sobre todas las diferencias culturales y religiosas, sino de crear puentes que permitan unir mediante un diálogo respetuoso.
La biblia nos dice que Dios ha creado la humanidad a su imagen y semejanza. Por lo tanto, nuestra fe en Dios Trino nos compromete a crear relaciones fraternales entre nosotros. “Dios Trinidad es paradigma de unas relaciones humanas diferentes, fundadas en la igualdad esencial; de ahí la compasión y la justicia cuando a algunos se les arrebata esa dignidad. Quien contempla a Dios Trinidad tiene que escuchar el grito de los más pobres, los esclavos o cautivos de este mundo, los ciegos y oprimidos de nuestra sociedad, los que sufren y claman a un Dios que PUEDE salvarlos…” (cita tomada del sitio web Hermanas Trinitarias)
¡Que tengan un Feliz día de la Santísima Trinidad!
Andrés Dionne
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