A su llegada de Bolivia, el Papa Francisco rindió homenaje al P. Luis Espinal. Tras el rito de bienvenida, Bergoglio quiso acudir a la «curva Achachicala», el lugar donde el 21 de marzo de 1980 asesinaron al jesuita español, en lo que se ha interpretado como el reconocimiento de su martirio. Son muchas las voces que reclaman la beatificación de Espinal.
Una vez allí ordenó detener el papamóvil y, ante una multitud que llevaba 35 años esperando un gesto así, pidió un minuto de silencio y rezó el Padre Nuestro. «Les pido que no se olviden de rezar por él, por un hermano nuestro, víctima de intereses de los que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia«, continuó el Pontífice.
«El padre Espinal predicó el Evangelio que nos hace libres. Que Jesús lo tenga junto a él», terminó el Papa, quien pidió, como ya es costumbre, a los fieles, que «no se olviden de rezar por mí».
Les trasmitimos una de las oraciones que compuso el P. Espinal.
PRUDENCIA
Hay un límite imperceptible entre prudencia y cobardía.
Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera.
Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal.
Creemos que con la edad aumenta la prudencia; sin pensar que también aumenta el conformismo. Todos nos hablan de prudencia, Señor; pero de una prudencia que no es tuya que, que en vano buscamos en tu Evangelio.
Jesucristo, te damos gracias porque tú no fuiste prudente, ni diplomático; porque no callaste para escapar de la cruz, porque fustigaste a los poderosos sabiendo que te jugabas la vida. Los que te mataron, éstos fueron los prudentes. No nos dejes ser tan prudentes que queremos contentar a todos. “Tu palabra” es hiriente como espada de dos filos. Además de las bienaventuranzas, también pronunciaste las maldiciones; es un texto subversivo.
No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión, y nos haga imposible la cárcel. La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, para no llamar prudencia a la cobardía, al conformismo, a la comodidad. No es de prudentes el ser cristianos y el seguir a Cristo. No es prudente “vender lo que se tiene y darlo a los pobres”. Es imprudente entregar la vida por Dios y por los hermanos. Que cuando sintamos la tentación de la prudencia, recordemos que Tú “has escogido la debilidad del mundo para derrotar a los fuertes; y a los estúpidos para confundir a los sabios”. Porque la prudencia del mundo es enemiga de Dios.
Oraciones a Quemaropa del Padre Luis Espinal