¿Qué hace Dios en una cruz?

El evangelio de la lectura de la pasión con que iniciamos la Semana Santa pone ante nuestro ojos el misterio del amor infinito de un Dios. A continuación te comparto un breve texto de José Antonio Pagola, sacerdote español, que nos ayuda a reflexionar entorno a la pregunta:     ¿ Qué hace Dios en una cruz?

«Los que pasaban ante Jesús crucificado sobre Gólgota se burlaban de él, se reían de su impotencia y le gritaban: «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios permanecerá en la cruz hasta su muerte.

¿Qué imagen de Dios es ésta que Jesús nos revela?

Un «Dios crucificado» constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las ideas que nos hacemos de un Dios al que supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que las religiones atribuyen al Ser Supremo.

El «Dios crucificado» no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz, ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que sufre con los de abajo, con los que se sienten impotentes, con los crucificados de hoy. Un Dios que comparte nuestro dolor, nuestra angustia la angustia y hasta nuestra muerte. Con la Cruz, nos abrimos a una comprensión nueva y sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento y que nos ama de manera increíble.

Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.

photo of man lying on wooden bench

 

Este «Dios crucificado» no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone ante el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al sufrimiento de cualquier crucificado.

Los cristianos seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el «Dios crucificado». Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos. Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión hacia los que sufren. Sin esto, se diluye nuestra fe en el «Dios crucificado» y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones.»

En estos días de Semana Santa podemos mirar y contemplar a Jesús Crucificado, en el rostro de los empobrecidos, de los campesinos sin tierra, de los migrantes y encarcelados, de los que sufren persecución y muertes. Estemos atentos a lo que sentimos al verle sufrir en nuestros hermanos y hermanas hoy.

 

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