Al despedirse de los suyos, Jesús les dice: «Yo me voy al Padre y ustedes están tristes… sin embargo, “les conviene que yo me vaya para que reciban el Espíritu Santo» (Juan 16, 7)
Los discípulos no querían perder la seguridad que les daba la presencia de Jesús. Tenían miedo de lanzarse sólo, pero Jesús sabía que su ausencia los haría crecer en madurez. El Espíritu que Él les comunica promoverá el crecimiento responsable y adulto de los suyos en su ausencia. La subida de Jesús junto al Padre los liberará de su dependencia infantil y podrán actuar con autonomía. Podrán tener iniciativas y ser creativos para abrir caminos de vida.
La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable. El Espíritu no nos proporciona «recetas eternas» sólo tendríamos que repetir siempre. Él nos ilumina y alienta para ir buscando caminos siempre nuevos y para reproducir hoy su actuación en nuestras realidades humanas. Así el Espíritu nos conduce hacia la verdad completa de Jesús.
No caigamos en la tentación de quedar mirando al cielo…. como esperando que Él vuelva y se haga cargo de nuestras obligaciones. Nunca seremos libres si se quedamos allí mirando el cielo pasivamente. Como discípulos, tenemos que hacernos cargo de la tarea dejada inconclusa por Jesús y hacernos cargo también de nosotros mismos.
FELIZ DÍA DE LA ASCENSIÓN
EL EQUIPO DE REDACCIÓN