Actualidad de Teresa de Lisieux

TeresaDios en la experiencia de una mujer

La mujer está llamada a ser «una señal de la ternura de Dios con el género humano», y a enriquecer la humanidad con su «genio femenino». Y ambas cosas realizó nuestra santa en su vida y en sus escritos.  El feminismo de Teresa de Jesús desembocaba en un compromiso mayor con el Evangelio, por encima de los prejuicios que marginaban a la mujer de su época.

Ella misma escribe con claridad y sentido del humor lo que vivió durante el viaje a Roma antes de entrar al Carmelo:  «No puedo comprender todavía porque las mujeres son tan fácilmente excomulgadas en Italia, cada momento nos decían: “¡No entren aquí.., no entren allá , serán excomulgadas!”… ¡Ah! las pobres mujeres, cómo son menospreciadas!… Sin embargo, ellas aman a Dios en mayor número que los hombres y durante la pasión de nuestro Señor las mujeres tuvieron más coraje que los apóstoles ya ellas enfrentaron los insultos de los soldados y tuvieron la osadía de enjugar la cara adorable de Jesús”.

«Seguramente esta es la razón por la cual permite que el desprecio sea su lote en la tierra, ya que Él lo eligió para sí mismo … En el cielo, Él va saber mostrar muy bien que sus pensamientos no son los de los hombres, porque entonces las últimas serán las primeras…. “

Dios en la experiencia de una joven

El lenguaje de Teresa de Jesús es juvenil. Ella responde a la exigencia de la juventud que busca una experiencia espiritual profunda. Hablando de su encuentro con Jesús en el día de su primera comunión Teresa comentó: «desde mucho tiempo, Jesús y la pobre pequeña Teresa se habían mirado y se habían comprendido… Él era el maestro, el Rey”.

Los y las jóvenes encuentran en Teresa un camino para superar el divorcio entre lo humano y lo divino, entre la fe y la vida. La vida espiritual de Teresa se vivía en las circunstancias pobres y monótonas de cada día con la grandeza de la sencillez.

Teresa de Lisieux habla a los  y las jóvenes para mostrarles, desde su sensibilidad juvenil, el verdadero sentido de la libertad entendida como don de si mismo(a) en el amor. Se busca el bien de los y las demás en el olvido de sí mismo(a), sin las ataduras del egoísmo y la esclavitud de la pasión: «Todo nos lleva a Él, las flores que crecen a orilla del camino no se apoderan de nuestro corazón, las  miramos, las amamos porque nos hablan de Jesús, de su poder, de su amor, pero  nuestras almas quedan libres» .

Las enseñanzas de Teresa tienen frescura, entusiasmo y sentimiento sin caer en sentimentalismos y falsas ilusiones. Ella misma decía: «Entrando en el Carmelo, Dios me dio la gracia de no tener ninguna ilusión. Encontré la vida religiosa tal como me la figuraba, ningún sacrificio me sorprendió, y sin embargo, Madre querida, mis primeros pasos han encontrado más espinas que rosas».

Su corazón grande deseaba abarcar a todo el mundo

«¡Ah!  A pesar de mi pequeñez, quisiera iluminar las almas como los profetas, los doctores, tengo la vocación de ser apóstol….quisiera recorrer toda la tierra, predicar tu nombre y plantar  la cruz gloriosa en el suelo infiel, pero, oh amado mío, una sola misión no alcanzaría,  quisiera al mismo tiempo anunciar el evangelio en las cinco partes del mundo y hasta en las islas las más alejadas… Quisiera ser misionera no sólo durante algunos años, sino quisiera haberlo sido desde la creación del mundo y serlo hasta la consumación de los siglos”.

El oro purificado en el crisol 

Su vida contemplativa con dimensión apostólica y misionera pasó por la purificación, el sufrimiento y la oscuridad de la fase dolorosa del misterio pascual. La enfermedad por un lado y la noche oscura de la fe, por otro, realizaron en ella la obra de Dios que la quería transformar y unir a El: «Dios permitió que mi alma fuera invadida por tinieblas oscuras y que el pensamiento del cielo que me era tan dulce no sea más que un sujeto de combate y tormento… Hay que pasar por este túnel sombrío  para comprender la oscuridad”.

A ese sufrimiento interior, el mayor, sin duda, se añadió el dolor de la enfermedad: la tuberculosis que la fue destruyendo físicamente y de manera especial al agravarse en los tres últimos meses de su vida.

Esta situación no la apartó de la fidelidad a las exigencias del amor a Dios y a los demás. «No teniendo el gozo de la fe, trato al menos de hacer las obras que me dictan esta fe. Creo haber hecho más actos de fe desde un año que  en toda mi vida pasada”.

Estos rasgos de Santa Teresa del niño Jesús nos permiten ver que ella no fue una niñita ingenua y beata como tantas veces nos fue presentada. El camino de la infancia espiritual no es un camino para niños, sino para maduros. El caminito a la santidad que nos sugiere recorrer es exigente porque implica coherencia total.

Feliz Fiesta de Santa Teresita a todos los misioneros y  misioneras.

Equipo de Redacción Blog Smé Honduras

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