En la espera de otro mundo

La Sociedad de las Misiones Extranjeras (SME) en Honduras, quiere saludarles  y compartir una breve reflexión sobre el Adviento. 

Diciembre pone el foco sobre grandes figuras históricas como son las de Isaías, de Juan Bautista y de María. Ellos más que vivir unos días de Adviento, fueron adviento.

En una situación muy difícil de cautividad, de opresión y de desorientación, el profeta Isaías intentaba contagiar al pueblo los grandes ideales y sueños de Dios y animaba a la esperanza. Soñaba con una ciudad nueva donde ya no será necesario enseñar el arte de matar, donde ya no se adiestrarán para la guerra y donde las armas serán reconvertidas: las espadas en arados, las lanzas en podaderas. De los carros de combate y tanques se harán tractores. Ya no tendrán sentido las espadas, las pistolas, las bombas, los cañones… Tod@s saldrán doctorad@s en derecho, justicia y solidaridad. Todos los pueblos y naciones serán hermanados hacia una misma meta.

Con otras palabras, Juan nos llama a ser coherentes con este sueño. Él nos invita a preparar los caminos del Señor y a anunciar la Buena Noticia. Él llama a la conversión absoluta y exige la renovación: “Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”. Hoy diríamos que l@s que no tienen tengan, que l@s que tienen demasiado se despojen, que lo corrupto y torcido se rectifique y que nos convirtamos en herman@s.

La persona de María, de quien celebramos las fiestas con la Inmaculada y la Virgen de la Guadalupe, está presente en todo este tiempo de adviento. El “sí” de María, la pequeña, hizo posible la realización del sueño de Dios: “La Palabra se hizo carne” (Juan 1). Dios espera nuestra adhesión y nuestro “sí” para que la Palabra de Dios se haga carne en nosotr@s, en el mundo de hoy, en todos los ambientes y en todas las culturas como nos lo indica María indígena, la Guadalupana.

Este tiempo nos invita a vivir en esperanza. Esperar significa actuar. No hay esperanza pasiva, conformista y fatalista. Si hoy estamos atravesad@s por tanta corrupción y violencia, tengamos la valentía de cambiar nuestras actitudes deshonestas haciéndolas rectas, nuestras actitudes violentas y pocos fraternas usando nuestras fuerzas vitales para construir hermandad.

El mundo actual ha convertido la Navidad en una ocasión para una gran feria comercial de la cual l@s pobres y marginad@s son excluid@s y donde Dios es olvidado, inútil y no sirve para nada. Como cristian@s y misioner@s aprovechemos estas próximas semanas para prepararnos a vivir una Navidad cristiana diferente.

María aceptó poner su humilde persona para que la Palabra se haga carne. Ella sabía que “para Dios no hay nada imposible”. Como ella, desde nuestra pequeñez, hagamos un acto de fe que “otro mundo es posible”.

Adviento16

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