Durante la catequesis del pasado miercoles en la audiencia general, realizada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha invitado a quienes detentan el poder «a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres, que son quienes más sufren por los desequilibrios ecológicos».
En la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que se celebra hoy 1° de septiembre, el Papa Francisco ha emitido un mensaje conjunto con el patriarca ecuménico Bartolomé en el que animan a «los cristianos y los no cristianos, a las personas de fe y de buena voluntad» a estar unidos para «demostrar misericordia con nuestra casa común, la tierra, y valorar plenamente el mundo en el que vivimos como un lugar para compartir y de comunión».
El Papa vuelve a proponer el cuidado de esta casa común como una nueva obra de misericordia y enumera algunas de las actitudes y comportamientos sencillos que resultan respetuosos con la Creación: «Por ejemplo, hacer un uso prudente del plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a los otros seres vivos, utilizar el transporte público y compartir el mismo vehículo entre varias personas, entre otras cosas. No debemos pensar que estos esfuerzos sean demasiado pequeños para mejorar el mundo».
En este mensaje Francisco vuelve a denunciar el cortoplacismo de los gobernantes y la búsqueda única del beneficio para pedir una política, una cultura y una sociedad «urgentemente reorientadas hacia el bien común, que incluye la sostenibilidad y el cuidado de la Creación». Recuerda además que existe una «deuda ecológica» entre el norte y el sur que solo podrá saldarse al ocuparse «del cuidado de la naturaleza de los países más pobres, proporcionándoles recursos financieros y asistencia técnica que les ayuden a gestionar las consecuencias de los cambios climáticos y a promover el desarrollo sostenible».
Hagamos eco del llamado de Francisco y Bartolomé, sobretodo, escuchemos el clamor de la creación. Elevemos una acción de gracias por la maravillosa obra que Dios ha confiado a nuestro cuidado, y aprovechemos esta valiosa oportunidad de renovar nuestro compromiso personal, en la oración y también en la acción concreta, a la vocación de ser custodios de la creación.