En estos dos últimos años, mi esposa Runy y yo, hemos estado acompañando un grupo de Infancia Misionera en la aldea de Urraco de la Parroquia Santa Rita, Yoro. Lo hemos nombrado “Misioneros de Cristo” con su lema “Siempre Listos”. Como familia , este trabajo nos ha llevado por un camino lleno de muchos retos, muchas tristezas y también satisfacciones. Hemos aprendido a conocer cada una de las realidades de estos niños y niñas que viven en situaciones de mucha pobreza. La mayoría vienen de hogares con un alto grado de desintegración familiar. Muchos de ellos no viven con sus dos padres, algunos viven sólo con su madre y otros con algún pariente cercano. Quiero comentarles que hay niños que por el trabajo y ocupaciones de las personas con quienes viven quedan prácticamente solos en sus hogares. Así es el caso de dos de una niña de 9 años que va a la escuela por la mañana, mientras su hermano de 5 años queda solo hasta el mediodía hasta que le llega la hora de ir a clases en el kinder de la comunidad. En otra familia, la mamá tiene que dejar a cargo de su hija de 7 años a los dos más pequeños cuando ella debe ir a trabajar o realizar cualquier otro mandado e ir al médico. No todos los niños de Infancia Misionera cuentan con esta realidad, pero estos casos son los más relevantes y hemos decidido compartirlos ya que esto nos llena de mucha compasión y sobre todo nos impulsa a seguir con la misión.
Contamos con el apoyo del consejo de la Iglesia Católica Virgen del Carmen que se ha convertido en esa alianza fuerte para llevar a cabo este proceso de la infancia en esta comunidad.
Para nosotros como animadores, no ha sido fácil debido a la variedad de compromisos con los que ya contamos, como lo son: los compromisos familiares, de trabajo y eclesial.
En algunos momentos hemos sentido cansancio y desánimo. Pero al ver la acogida de los niños y niñas en nuestra llegada a cada encuentro. Al verlos cuando salen corriendo hacia nosotros con mucha emoción, mencionando nuestros nombres, nos llenamos de mucha alegría, satisfacción y deseos de seguir acompañándoles, motivándoles para que sean pequeños grandes colaboradores de la Iglesia y puedan crecer en amistad con Jesús.
Agradecemos a Dios, a los padres y madres de familia, por dejar que acompañemos a sus hijos e hijas, a las jóvenes que se encargan de ir a traer y dejar a los niños en sus casas el día del encuentro, al padre Andrés, a las misioneras Yanira y Grisel que siempre nos apoyan y acompañan en este importante trabajo y hermoso proceso misionero.
Antonio Cruz y Runy Banegas, matrimonio que trabaja en colaboración con los misioneros de la Sociedad de Misiones Extranjeras en la Parroquia Santa Rita, viven junto a sus dos hijos en la comunidad de El Bálsamo. Antonio acompaña a la comunidad de Urraco como Delegado de la palabra, allí junto a Runy y con la colaboración de algunos jóvenes animan los encuentros de Infancia Misionera.