Leí el mensaje del Papa Francisco para la Jornada mundial de las misiones. Voy a resaltar sólo algunos puntos que me llamaron la atención. El Papa busca expresar cuáles son los fundamentos, el corazón y las actitudes de la misión que define como anuncio del Evangelio del amor de Dios Padre hecho con la fuerza del Espíritu Santo.
Todo comienza, dice, con un encuentro. Encuentro con un acontecimiento o una persona que da un nuevo horizonte a la vida. Tiene que ver con lo que llamamos ser testigo. Ser testigo es ser impresionado por algo o por alguien, a tal punto que uno desea ser o vivir algo parecido. ¿Quiénes son esas cosas que han marcado mi vida? Probablemente personas como mis padres, un familiar, abuela o tío, amigos, Rogelio, Etty, o grandes personajes de la historia, del deporte… o de la Iglesia como Monseñor Romero o doña Rosita de mi comunidad, etc.
Se trata de un conocimiento adquirido por experiencia: yo lo ví, lo oí, lo escuché, lo entendí… y eso ha cambiado algo dentro de mí. Ha dado un sentido a mi vida, un horizonte, un rumbo. Hasta me ha salvado, me ha devuelto la paz, la alegría. Yo llevo dentro de mí el fruto de ese encuentro. El testimonio primero me ha servido a mí. Llegó a ser referencia de vida. Y yo sé cómo hablar de esa experiencia que ha cambiado. Puedo comunicarla a otros cuando la ocasión se da. De palabra o de vida.
En el testimonio, no se trata de imitar completamente al otro. Lo que me ha tocado pertenece al otro, es único. Yo vivo otra vida, en otro tiempo, lugar, contexto, cultura. Lo que transfiere el testimonio va más allá de las circunstancias. Se comunica lo que está en el corazón de las cosas, el espíritu, el alma, el Dios escondido de repente revelado, la fuente de todo, lo permanente, lo vital, el fuego, la fuerza, la alegría. Este encuentro con un testigo, uno lo puede haber vivido en vivo y directo. Pero hay encuentros que se hacen en forma indirecta. Yo no conocí a Monseñor Romero, pero he escuchado grabaciones de sus homilías. No he conocido a Jesús, pero he oído hablar de él por sus amigos de ayer y de hoy. Estamos rodeados por una nube de testigos de Dios. Y uno puede ser testigo para otros. En el mundo de la fe, de la misión cristiana, todo acontece de la misma manera: testimonio de vida, de palabra que me revela al Dios Amor presente en el testigo Jesús, que me llega hoy en directo por montón de testigos, y que me dan ganas de comunicarlo yo también.
Juan Greffard pmé. Sacerdote misionero miembro de la Sociedad de Misiones extranjeras de Québec, ha sido misionero en Chile, Canadá, Brasil y Honduras.