Lc.9, 22-25
Venid en pos de mí, dice su llamado.
Un día lo acepté, apenas una niña,
enorme devoción, decenas de promesas,
Llegaron después los tiempos malos, los aciagos,
me inundaron las dudas, los temores,
seguirlo me empujaba a todo lo temido.
Supe de días tristes donde la fe flaqueaba,
donde seguirle era renunciar a demasiado.
Supe de muertes y resurrecciones,
de sentir que Dios mismo se alejaba.
Nunca me faltó su Espíritu, no obstante,
y comencé a entender…
«Venid en pos de mi» es entregarse,
es dejar que Sus pasos sean brújula de vida,
que Sus pisadas sean compromiso pleno
con quienes sufren, con quienes luchan,
con mujeres que sufren violencia,
con niñas y niños abandonados,
con la pobreza de nuestros pueblos.
Seguirle es embanderarse con la justicia,
con aquella que da fruto de paz.
No es un camino fácil ni de devoción privada,
es poner el cuerpo donde más nos duele.
Venid en pos de mí para ganar la vida,
la única manera de ganarla es darla.
Él hace con ella el mejor balance
y ahora ya nadie puede arrebatarla.
Claudia Florentín Mayer, Argentina