Mateo 6, 7-15
“Y al orar…”
¡Yo demando! ¡Yo declaro! ¡Yo ato! ¡Yo desato!
¡Yo reclamo! ¡Todo está bajo control!
De esta palabrería inútil de los mercaderes de la fe,
¡líbranos Dios de vida!
De creer que tu reino depende de que tan fuerte
exijamos tu gracia y favores,
¡líbranos Dios de misericordia!
Enséñanos a confiar que nuestras vidas están en tus manos
y a disfrutar tu reino en nuestra mesa,
con el pan que, día a día, nos provees.
Danos el valor de reconocer nuestros yerros
y en tu bondad perdónanos.
Solo así seremos capaces de perdonar tanta ofensa a la humanidad.
Pero también seremos capaces de luchar para que tu reino de justicia y paz
se haga realidad en la tierra.
Que, con sencillez, amor y ternura,
santifiquemos tu nombre
en el diario vivir
y en el servicio a nuestra familia,
nuestra sociedad,
nuestro mundo.
Amén.
Elizabeth Hernández Carrillo, México