Juan 7:40-53:
El poder de lo más despreciado
Lo pequeño
Lo despreciado
Lo ninguneado
Lo separado
Lo discriminado
Lo escondido
Lo extraño
Lo disidente
Lo provocativo
Lo desubicado
Lo moribundo
Lo contrario
Lo humillado
Lo ultrajado
Lo ridiculizado
Lo anormal
Lo insólito
Lo confuso.
Lo que está fuera.
Allí
está
Cristo.
¿De dónde viene el Mesías? ¿De Galilea? Imposible. Nada bueno proviene de allí. Sólo impureza, pecado, desidia, maldad, anomia. Pues sí. Es ese lugar de revelación donde Dios se hace presente. La sorpresa nunca llega con gracia o buenaventura. Tal como el pasaje refleja, reporta conflicto, disidencia, desacuerdo. Asombro, no sólo por el impacto de lo inesperado sino también por el estupor de la contradicción. Ese es el espacio mesiánico: aquello que contradice la letra docta de los sacerdotes y la implacable militancia farisea. Es el lugar donde las cosas se hacen ver y no predecir, tal como apela Nicodemo; es decir, donde los cuerpos se hacen evidentes antes que cualquier prescripción normativa. Es la sorpresa de los gestos, que sólo se dan en la cercanía. Una proximidad que se hace realidad cuando lo que consideramos insignificante, penetra las fisuras de la costumbre para traer la luz de la frescura de lo puro, no como aquello que transparencia lo “siempre dado” sino la originalidad y la novedad como salvación.
Nicolás Panotto, Chile