Reflexión 24 de marzo

El dia 24 de marzo de 1980, Monseñor Oscar Romero muere asesinado  por los militares salvadoreños, apoyados por  la Oligarquía. El día anterior , en la Catedral Metropolitana de San Salvador, concluía la misa con  estas palabras que serían su sentencia de muerte.

“Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice «No matar». Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.
La iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación.
Queremos que el gobierno tome en serio de que nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión”. 23, MARZO, 1980.

38 años después, la Historia  se repite con otros rostros,  pero con los mismos odios que contradicen la ley de Dios, odios que matan día a dia. Hoy esta historia  nos enfrenta a un escenario que  nos urge en el  espiritu de Oscar, el Santo de América y nos interpela a ser una Iglesia profética que se alce para gritar fuerte para que  CESE LA REPRESIÓN!

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