En abril del 2011 perdí mi empleo y fue cuando una amiga me invitó a ser parte del grupo de voluntarios del CAMR (Centro de Atención al Migrante Retornado). La experiencia ha sido muy rica aunque llena de sentimientos encontrados, ver a Jesús migrante en cada rostro de cada uno de ellos, algunos alegres, otros tristes, con sus sueños rotos, y también la riqueza de acogerlos con un saludo, una sonrisa en el rostro, brindarles un par de cordones, una taza de café, baleada, una faja, camisa y su kit de aseo. No es lo que reciben si no como nosotros los voluntarios lo entregamos.
Cuando entrevistamos a su regreso a las personas deportadas, nos damos cuenta de lo que han vivido en la ruta migratoria, su frustración, su rechazo, su dolor, el haber perdido todo cuánto tenían vendiéndolo para realizar su viaje. Unos lloran porque no tienen donde llegar y por miles de otras razones, a nosotros lo que nos queda es la satisfacción de escuchar y poner nuestro grano de arena, después de la entrevista pasan a las oficinas, de acuerdo al caso y se les apoya con el transporte a su destino.
Ver a los migrantes dando gracias a Dios por estar vivos y poder ver a sus familiares verdaderamente eso no tiene precio, unas de las cosas que me marca mucho es ver que ellos continúan soñando aun sabiendo que ninguno de sus sueños se ha cumplido, veo las preocupaciones y su desgaste y sobre todo sus manos vacías.

Definir a un migrante, es decir hombres y mujeres valientes que saben el riesgo que llevan, pero que lastimosamente no encuentran un motivo que les haga desistir ya que el país no ofrece nada para ellos o su familia.
Lo que me motiva a continuar en esta bella labor es ver el compañerismo que hay entre nosotros los voluntarios, sentimos el dolor del otro y el deseo de ser luz y esperanza para los migrantes y decirles que si se puede, que si hay vida, hay esperanza.
Cada día nos convencemos que precisamos capacitarnos para poder ofrecer una buena acogida a nuestros migrantes por eso es que siempre que podemos participamos de formación que el centro ofrece. Somos una institución sin fines de lucro que apoyados por diferentes ONGs hacen posible la entrega de todo lo que reciben de parte de nosotros los voluntarios. CAMR ha sido una bella experiencia que cambió mi vida durante todo este proceso, no es lo que das, es lo que recibimos de ellos, haciéndonos más sensibles a esta dura realidad que a todos nosotros nos afecta de una otra forma.
Lorena Chacón,Subcoordinadora Diocesana de la PMH (Pastoral de Movilidad Humana) en San Pedro Sula y Voluntaria en el Centro de atención al migrante retornado CAMR.