Un joven Kaqchiquel

Redacción y fotografía por Elsa Izaguirre

Durante las últimas semanas viajamos a Guatemala con la intención de compartir encuentros con diferentes personas en torno al tema de vida y misión. El camino nos llevó hasta San Martin de Jilotepeque, que es uno de los 16 municipios que conforman el departamento de Chimaltenango, en el altiplano central guatemalteco.


Este municipio nace, después de la conquista española en 1525, cuando el capitán Gonzalo de Alvarado y sus tropas invaden “Jilotepeque Viejo”. Los sobrevivientes a la masacre se refugiaron formando pequeños asentamientos que hoy en día se conocen como aldeas La Estancia de San Martin, Quimal, El Molino y Patzaj, entre otras .


Siglos después, entre 1960 y 1996 Guatemala vivió el conflicto armado interno, siendo San Martin de Jilotepeque, uno de los municipios más afectados durante la guerra . Sin embargo, estas memorias sólo permanecen como recuerdos de las abuelas y abuelos.
“El cerro de maíz tierno” (como se conoce Jilotepeque en voz Náhualt) es una población 80% de indígena maya Kaqchiquel, que se dedica mayormente a la agricultura y comercio. Es en este lugar de histórica resiliencia, donde conocimos a Marvin.

Mi nombre es Marvin Chitic.
Soy guatemalteco, nací en el departamento de Chimaltenango, municipio de San Martin de Jilotepeque. Mi aldea, Patzaj, está rodeada de bosque a 1,800 msnm. Es un clima frío. Es hermoso.


Somos mayas y hablamos Kaqchikel, español y algunos también aprendimos hablar Quiché. En nuestra aldea nos dedicamos al comercio y al cultivo de hortalizas, maíz, frijol y café. Sin embargo muchos jóvenes ya no quieren ser agricultores y buscan convertirse en profesores, doctores, ingenieros o licenciados, lo cual los lleva a migrar a la capital para estudiar. Es difícil pues tienen que adaptarse a la cultura de la ciudad. Si un hijo estudia, es un orgullo para la familia, aunque por lo general, la falta de ingresos impide apoyarlos durante su vida en la ciudad.


Otros, en cambio, decidimos migrar hacia los Estados Unidos. Yo hice ese camino cuando tenía 12 años, pero permanecí poco tiempo ya que por mi edad era difícil encontrar trabajo, hasta que finalmente me deportaron.


Los que nos quedamos en la comunidad llevamos una vida de campo, sencilla. Nos damos cuenta que hay cosas que nunca cambian, como la falta de carretera o agua potable, el partido de futbol los sábados y la misa del domingo, pero he observado una transformación sutil. Cada vez más adolescentes olvidan nuestra lengua, ya no sienten interés por lo nuestro. Somos pocos los que recordamos los ritos.

La tecnología nos ha abierto a un mundo tan diferente al nuestro. De costumbres distintas y atractivas, ha entrado en nuestra vida cotidiana por medio del celular, ¿qué sigue después?. ¿este nuevo mundo tecnológico es amigo o enemigo? ¿es ambos a la vez?

No importa lo remota que esté nuestra aldea, tarde o temprano la ciudad y su globalización nos alcanzará. Solo espero que no perdamos nuestra alma indígena. Que no perdamos nuestras costumbres.

Fuente: https://www.deguate.com/municipios/pages/chimaltenango/san-martin-jilotepeque/historia.php

Fuente: https://docplayer.es/61262868-San-martin-jilotepeque-memoria-conflicto-y-reconciliacion.html
Fuente: http://fafg.org/bd/mapa.php?mapeo=2&id_depto=12&id_muni=0#

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