Día de los difuntos y el sentido de la vida.



                                       Por Juan Greffard p.m.e.


Hoy la Iglesia nos llama a recordar a nuestros muertos. Es tristeza. Es esperanza.

En el ser humano hay dos grandes misterios, en dos momentos muy significativos, que, a veces, tenemos la suerte de presenciar. El momento del nacer que inicia en el vientre de la madre, con el gran silencio antes de llegar a este mundo.

Está el momento del morir. Que desemboca en este otro gran silencio, del que no sabemos nada, pero que sospechamos que es un paso de esta vida al mundo de lo definitivo, del espíritu.

¿La vida será todo el ruido que acontece entre estos dos grandes momentos?

Y la vivimos dándole sentido, lo más que le podemos dar. Jesús nos habla de esta vida como algo que estamos llamados a dejar que fluya, que dé frutos bonitos en el amor. Que es lo que, finalmente quedará.

Por eso, frente a la muerte de su amigo Lázaro, le dice: Lázaro, sal de allí. Y nos dice a todos: quítenles a sus muertos los atuendos de muerte con que los han envuelto… pero déjenlos ir (Juan 11,44).
Es difícil , nos causa dolor, tan acostumbrados que estábamos a su presencia. Solamente que ellos nos han precedido en lo que es la meta que nos reunirá a todos.