Andrés Dionne p.m.e.
En 1947, Albert Camus escribió un libro cuyo título es “LA PESTE”. La novela está basada en la epidemia de cólera que sufrió la ciudad de Orán en Argelia, durante el año 1849. El libro muestra cómo la vida de una ciudad se ve afectada por una epidemia, al mismo tiempo, refleja cómo el desastre y la desgracia pueden hacer aflorar los mejores sentimientos y actitudes de las personas para luchar y lograr sobreponerse ante lo que consideran injusto.
A una crisis humanitaria repentina a nivel mundial como el coronavirus se suman otras dificultades comunitarias, enfermedades sociales y políticas. Estas, a su vez, se agudizan por la pandemia. Por eso, al Covid 19 debemos sumarle la pandemia del hambre, la pandemia del egoísmo, la pandemia de la soberbia, etc… Todas ellas interactúan y se agravan mutuamente hasta amenazar la vida de una gran parte de la humanidad, sobre todo de los más pobres.
Unas y otras se enriquecen mutuamente y dejan al descubierto nuestra falta de implementos sanitarios, la mala distribución de las riquezas, el interés egoísta de los políticos, la indiferencia de los ricos, la falta de voluntad de los poderosos para cambiar un sistema que nunca logrará crear una sociedad de hermanos.

La crisis muestra que es necesario y urgente hacer cambios integrales y profundos en todos los aspectos de la vida tanto a nivel personal y colectivo. Estos cambios tendrán que tener el denominador común de la solidaridad, universalidad y la honestidad así como la responsabilidad.
La fe se acompaña de obras. Si no convertimos nuestra vida de acuerdo a este denominador común, si no convertimos nuestra economía egoísta en economía de la solidaridad, nuestra política en el arte de velar por el bien común, en vano elevaremos gritos hacia el cielo, en vano serán nuestras oraciones. Por ejemplo vanas son las oraciones con intereses políticos transmitidas por la T.V. pidiendo a Dios que nos sane de la pandemia de coronavirus.
La pandemia del Covid 19, la pandemia del hambre y todas las demás nos sitúan frente al problema del mal y de Dios. Las crisis sacan a la luz las imágenes de Dios guardadas en la profundo de la historia de los seres humanos y de nuestras historias personales. ¿Seguimos creyendo que Dios nos está castigando? ¿ acaso tenemos la imagen de un Dios impasible, mudo y sordo ante el sufrimiento y la enfermedad? O ¿Creemos que Dios resolverá todos los problemas sin nuestra participación?
El infantilismo religioso conduce al fatalismo y el miedo que se nutren con anuncios del fin del mundo, la presentación de supuestas apariciones de objetos y de ángeles. ¿Será una forma de volver al oscurantismo medieval?
Vale la pena que como hombres y mujeres de fe nos preguntemos si estas imágenes que surgen del interior profundo, ¿son las del Dios Padre que nos revela Jesús?
Las crisis, como la que sucedió en la segunda guerra mundial, son ocasiones de lo peor y de lo mejor del ser humano. En medio de la atrocidad de esta guerra, una enfermera de Varsovia, Irena Sendler salvó a 2.500 niños durante el Holocausto judío. Estos ejemplos de solidaridad vividos en medio del odio, de la discriminación y del genocidio preanuncian un mundo nuevo y sacan el velo que cubre el rostro del Dios verdadero.
Hoy, ¿Cómo hacer de una cuarentena un gesto de amor, un acto de solidaridad donde nos cuidamos mutuamente sin caer en el individualismo motivado por el miedo? Una cuarentena no es un encierro sobre sí mismo, no es levantar murallas para salvar el nacionalismo en contra de un enemigo que, en este caso, es el enfermo que puede contaminarnos. Todos tenemos una responsabilidad ante esta enfermedad.
La cuarentena nos permite ser creativos e inventar gestos solidarios que nos abren a los demás y nos hace sentir parte de una comunidad. Por ejemplo, en España, los habitantes de un edificio invitaron a una de sus vecinas a salir al balcón. Ella era anciana. Vivía sola en uno de los apartamentos. Como era el día de su cumpleaños, cada quien desde sus ventanas la cantaron el “Feliz cumpleaños” y la felicitaron.
Reconozcamos nuestra fragilidad, la pobreza de nuestro medio y hagamos todo lo que está en nuestro poder para expresar nuestra solidaridad y confiemos en el Dios de la vida.
Amigos y amigas de nuestro blog, ¿Qué gestos de solidaridad puedes realizar hoy?
Ver en internet, Eduardo Galeano— el miedo global.