Testimonio

Escrito por Danye Abarca Mora, Costa Rica

Mi nombre es Danyelí Abarca Mora, soy costarricense oriunda de la Zona de los Santos, ubicada en el centro-sur del país, de características montañosas donde predomina el monocultivo de café como la principal fuente de ingresos en conjunto con otras actividades agrícolas. Soy estudiante universitaria pero actualmente he pausado mis estudios.

Considero que estoy atravesando lo que algunos llaman “la crisis de los 20s” en la cual aumenta la presión de encontrar el espacio de realización personal, culminar los estudios  y conseguir un trabajo. Se ha creado una construcción social de lo que, en esta edad, ya se debería de haber alcanzado, aunque estas dudas o “problemas existenciales” son evidentes en las diversas etapas de la vida, en esta edad en particular toman relevancia. Encontrar tu propio camino es complejo.

Ante las dudas que vivo, la pandemia ha sido un factor detonante para que broten en mí los sentimientos más profundos de frustración, estrés y ansiedad, estimulando dicha crisis. Mi vida antes de la pandemia, como la de todos, era muy diferente, ahora ha cambiado en su totalidad: tomar precauciones que antes no eran necesarias, la casi nula convivencia física con otras personas y la disminución de actividades sociales y espirituales. En ocasiones me siento aislada mental y emocionalmente,  más que físico,  de todo aquello que movía mi corazón.

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En medio de la crisis mundial y personal he tenido que sobrellevar la enfermedad de un ser querido y la incertidumbre por el bienestar de aquellos que amo. Pasan los días y llegan más problemas. Todo esto ha sido difícil de asimilar, ha minado la confianza en mí misma y desafiado mi fortaleza emocional y espiritual. Comparto mi sentir porque sé, hay muchos jóvenes que están viviendo una situación similar. Estamos en lo que llamo, metafóricamente, “el pozo”.

El pozo es un lugar profundo y oscuro, en el que caemos por desesperación cegados por las crisis y terminamos encerrados en nosotros mismos sin mirar las oportunidades y bendiciones que nos rodean. La buena noticia es que podemos superar los temores y desesperanzas con la gracia de Dios y nuestro propio esfuerzo. Las actividades virtuales en donde encuentro a Dios me han ayudado muchísimo no solo a salir del pozo sino también a sacar, poco a poco, agua de él.

Él no es ajeno a mis dolencias así como a lo que hoy me preocupa y me detiene;  mañana me llenará de gozo y éxito como efecto de la superación. Es un padre amoroso, se disfraza en todos aquellos pequeños detalles que llenan mi vida de tranquilidad, me invita, en el silencio, a meditar en lo importante que soy como ser humano y las capacidades que me fueron dadas desde mi concepción.

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Escribo este mensaje para todos aquellos que se sienten estancados, perdidos y tristes, para que hoy en su alma evidencien como el Espíritu Santo les mueve hacia la adoración de Aquel que todo lo puede y hacia la aceptación de sí mismos y su realidad. Siempre encontraremos salida a eso que hoy nos tiene en el pozo, Dios hará su parte, nosotros debemos esforzarnos y buscar la re-creación en todo aquello que nos gusta, nos entretiene y nos edifica.

En mi caso, escribir las cosas que me lastiman o que me hacen feliz ha generado una fuente de inspiración para muchos poemas que musicalizo con el sonido la naturaleza de mi comunidad, es una actividad que me libera emocionalmente. Para otras personas su fuente de re-creación puede ser el deporte, la oración o llamadas con las amistades por mencionar algunos ejemplos. Estos pequeños ejercicios cotidianos nos ayudan a salir del encierro y comenzar a valorar la bondad en nuestro interior y la que descubrimos alrededor.

La empatía con todos aquellos que atraviesan problemas o dificultades, forma dentro de mí una especie de tejido de plegaria y buenos deseos así como de acompañamiento que considero inherente al deseo de Dios. Joven que lees estas líneas, puedes contar con mi oracion.

«Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera». Mt 11, 28-30

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