El año litúrgico es una larga catequesis sobre la historia sagrada cuyo centro es la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús: el hombre Dios. Estos acontecimientos abren la puerta a la gran fiesta de Pentecostés que nos recuerda como el Espíritu de Jesús continúa trabajando en y con los discípulos de Jesús hasta la victoria final sobre el mal. La fiesta de CRISTO REY concluye esta catequesis y nos invita a celebrar de antemano esta victoria sobre todas las fuerzas del mal.
<<Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva— ´porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar (la muerte) no existe ya. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén , que bajaba del cielo, junto a Dios, engalanada como una novia adornada para su esposo, y oí una fuerte voz que decía desde el Trono: “Esta es la morada de Dios con los seres humanos, pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios con ellos, será su Dios.”>>Ap. 21.1-3
No podemos perder la esperanza. ¡CRISTO HA VENCIDO! La pandemia, la pobreza, la corrupción, la violencia no tendrán la última palabra. Los poderosos serán destronados y los humildes exaltados. Los hambrientos van a ser colmados de bienes y los ricos serán despedidos con las manos vacías (Lucas 1, 52-53).
El Rey, que celebramos hoy, a diferencia de los que tienen el poder político, de los poderosos y de los ricos, fue humilde y no ejerció ningún poder, no poseyó ninguna riqueza y fue injustamente condenado y crucificado. Este es el que celebramos hoy como Rey. Al hacerlo, afirmamos la soberanía del trabajador explotado, del obrero que vende su fuerza de trabajo a cambio de un sueldo indigno, del enfermo discriminado y abandonado, de los justos ajusticiados, encarcelados y exiliados, de los abusados, violentados y asesinados.
El Rey que celebramos hoy es CRISTO-PUEBLO VICTORIOSO. Son hombres y mujeres. Son niños(as) y son jóvenes y ancianos. Nuestra celebración es subversión. Gritemos: “VIVA CRISTO REY” y levantemos “LA BANDERA DE LA VICTORIA DEL CRUCIFICADO”.
¡VIVA CRISTO REY!