Esperanza

Escrito por Juan Greffard p.m.e

Tegucigalpa, Honduras

La verdad no solo es accesible para nosotros, es la base sobre la que la realidad se sostiene. Para llegar a esta realidad, tenemos que aprender a ser sencillos, quietos, en silencio, atentos a lo que es. Necesitamos no tener miedo. El Espíritu en nuestro corazón, el Espíritu al que nos hemos abierto en la meditación, es el Espíritu de la compasión, de la amabilidad, del perdón, de la aceptación, el Espíritu del amor y la esperanza.

Esperanza… Recuerdo cuando miraba la vida y el mundo que me rodeaba como un misterio, a la vez oscuro y luminoso, maravilloso, que yo, niño deslumbrado, contemplaba con tanto placer. Y a veces me pregunto, cuándo fue o cómo es posible que ese mundo, esa luz se haya escondido. ¿En qué momento? ¿Cuándo comenzaron a enseñarme qué era la vida? ¿A fijar el marco en el cual debía desempeñarme?

Debes hacer esto y este otro, saber esto y eso, obedecer a las reglas como todo el mundo lo hace. Aprender la conformidad, el miedo. Así entrar en un mundo desabrido…  y empezar a buscar desesperadamente una salida. Siento que nadie más sino yo podría hacerlo. Y ojalá volver a encontrar aquel mundo dónde se vivía de verdad.

¿Señor, por qué nos extravías lejos de tus caminos…? Ojalá rasgases el cielo y bajases…para hacer maravillas que no esperábamos más. Todos estábamos contaminados…arrebatados por el viento. Tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú, el alfarero, somos obra de tu mano. (Isaías 63-64)¡Será que Dios viene a nuestro encuentro para ayudarnos a encontrar ese mundo que perdimos! Para animarnos a ser lo que somos. A vivir de verdad, en una luz siempre más grande.

Photo by KEHN HERMANO on Pexels.com

En efecto, por Él han recibido todas las riquezas… las de la palabra y las del conocimiento… no les falta ningún don espiritual… (1Cor 1). Será Jesús ese amigo que se me acerca, asumiendo todo lo mío, toda la potencialidad de una vida humana verdadera, libre, fraterna, luminosa de esa luz primera que brilló en la noche de Belén.

¿Cómo podrá ser eso? Que al venir de nuevo en esta Navidad no me sorprenda dormido. Que sepa aprovechar la oportunidad. Que, en lugar de inconsciencia, miedo, desconfianza, conformismo encuentre en mí atención, valentía y confianza. Esa es mi esperanza…


La verdad nunca asusta.
Recuerdo una vez estar caminando en el invierno
para saludar a mi papá cuando regresaba del trabajo.

Él venía un poco tarde esa noche
y yo lo esperaba en la esquina de una calle cerca de nuestra casa.

El frío puede avivar gracias, mi abrigo de lana se volvió un manto sagrado,

cuán feliz me sentí de estar vivo.

Esperé en un mundo de magia,
olores de buena comida,
faroles en la calle, el humo saliendo de las chimeneas,
las velas prendidas en las ventanas,
la nieve.

Los ángeles celebraron, igual que yo, el vivir y Dios seguía diciendo,
“Ten más de lo que he hecho”.

Lo vi venir. Ambos corrimos brazos abiertos
y él me levantó como hacia con frecuencia
para hacer piruetas en el aire.

Esto es lo que hace la Verdad:
nos levanta y nos deja
volar.

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