“Siervos inútiles somos; hemos hecho solo lo que debíamos haber hecho”
Es muy probable que en la Iglesia como en otros tantos ámbitos de la vida existan una infinidad de estereotipos. No obstante el definir algo puede delimitarlo e incluso limitarlo en su riqueza y accionar. Ese es el caso de Marvin Vázquez misionero de la SME de Honduras que, con su historia de vida nos demuestra que la Misión va más allá de lo que podamos considerar y percibir.
Marvin es oriundo de Tegucigalpa pero sus primeros pasos los empezó a dar en dos pequeños pueblos rurales. Aquí en estos lugares Vázquez descubrió la fe y también aunque su vida trascurrió en la capital catracha, él y su familia nunca perdieron el vínculo con el mundo rural.
“Soy el menor de cuatro hermanos, en la etapa que yo nací mi familia decidió ir a Tegucigalpa buscando mejores oportunidades. Mi papá es oriundo de Santa Ana y mi mamá es de Ojojona. Desde pequeño especialmente mi mama nos inculcó rezar diferentes oraciones y la participación en la Misa dominical”, apuntó Vázquez.
El pequeño Marvin creció bajo un ambiente religioso, de la mano con la fe y los sacramentos, pero como es propio de países con raíces católicas bajo expresiones y estructuras bastante definidas.
“Se puede decir que el momento en que yo inicié formalmente en grupos eclesiales fue después de mi Confirmación. Antes de eso era todo muy familiar. Esa experiencia fue muy dinámica habían peregrinaciones, asambleas, diferentes actividades.” Acotó Marvin.
La vida está marcada por hechos que muchas veces dejan una herida, pero también estos pueden convertirse en ese motor de búsqueda. Aunque la vida para Marvin pasaba en sus días con cierto tono de normalidad, una serie de vicisitudes se concatenaron para comenzar a ver que el llamado va más allá de lo que se pueda considerar.
“Durante el año que inicie el proceso de mi Confirmación fue el huracán Mitch. Desde ese momento me quede activo en grupos pastorales. Estando en este proceso tuve una gran amiga que se le diagnosticó una enfermedad, yo la visitaba para conversar, esta situación me marcó mucho desde mi vida de fe”, reseñó el misionero Vázquez.
Estas experiencias previas solo serían una preparación para que Vázquez sintiera el llamado a vivir la Misión más allá de las propias fronteras culturales y geográficas.
“Estando en grupos juveniles conocí las Obras Misionales Pontificas. Yo no conocía nada de la terminología o posibilidades de donde se podía vivir una vocación misionera. Mi visión era una Iglesia muy diocesana y tradicional, con sus pastorales específicas”, remembró Vásquez.
El tiempo avanzaría y ya en la etapa de universitario Marvin empezó a descubrir la Sociedad de Misiones Extranjeras.
“Durante este tiempo descubrí que Dios me pedía dar un paso más y que tal vez en la parroquia o las estructuras que conocía no podía vivir esa intención, el ver una Iglesia con un rostro más humano me hizo comprometerme”, resaltó el catracho.
Tuvo que pasar algún tiempo más para que el joven Marvin diera el paso que lo llevaría a vivir su experiencia de misión en Kenia África.
“Parte del proceso era involucrarse en algún apostolado, aquí conocí la Asociación Manos Extendidas, allí participe de realidades sociales bastante fuertes que me marcaron. Por ejemplo acompañar realidades propias de un hospital. Situaciones que te marcan, que te impulsan a vivir el llamado a la Misión”, recalcó Marvin.
Pasarían varios años más para que Marvin diera el paso de marchar a tierras lejanas para vivir su vocación. El de Tegucigalpa ha hecho de la parábola del Siervo Inútil su consigna vocacional y hoy después de tantas experiencias aún sigue siendo su inspiración.
“Yo viví un proceso bastante largo para tomar esa decisión. Conocía la SME desde el 2006 y me relacionaba con bastante gente cercana, esto me hizo pensar ¿por qué yo no podría hacer lo mismo? el mensaje de Jesús me apasiono y comencé en el 2011 un discernimiento más fuerte”, finalizó el misionero centroamericano.