Ausencia de Jesús: una autonomía madura

Escrito por Andrés Dionne p.m.é

Según el evangelista Lucas,  el deseo de justicia y de solidaridad humana es una condición previa para proclamar entre las naciones paganas  la nueva y definitiva presencia de Jesús como Señor de la historia de la humanidad.  Recibirán el Espíritu Santo que les hará testigos y les dará fuerzas para realizar la utopía de Reino. Entonces, darán  testimonio en Jerusalén y esto les acarreará un éxodo forzoso pero liberador, fuera de la ciudad sagrada. Luego serán testigos en toda Judea, Galilea y Samaria, enseguida entre todos los paganos y hasta los confines de la tierra.

Una ruptura y un éxodo  

Las instituciones sagradas judías han rechazado a Jesús, “Jerusalén y el Templo” son tierra de opresión como lo fue el viejo Egipto.  Jesús “los saca” de esta tierra sagrada y los lleva a Betania. Los hace salir de la institución judía opresora para que no regresen a ella nunca más. Sin embargo, Lucas nos dice que “volvieron contentos a Jerusalén” lo que indica que todavía tenían reverencia hacia el Templo.

No han comprendido que, con la entrega de Jesús en la cruz, “la cortina del santuario que separaba el lugar santo de la gente se rasgó por la mitad”.  Esto significa que no hay necesidad de intermediarios para entrar en contacto con Dios. Sin embargo, los discípulos vuelven a sus seguridades tradicionales a pesar que Jesús les había indicado la dirección hacia la cual ellos debían encaminarse después de su partida: Betania.  

El lugar de la misión no es volver al “templo ni a Jerusalén” sino ir a Betania y al  mundo de las realidades humanas. Photo by Suraphat Nuea-on on Pexels.com

Betania debía convertirse en el punto de referencia de la pequeña comunidad, no el templo de Jerusalén.  Betania y el Pueblo profano están fuera de Jerusalén, ciudad santa, y se oponen al “templo” como a las instituciones judías opresoras.

Una separación para la autonomía

La ascensión de Jesús está descrita en términos de separación, sin connotaciones gloriosas. Se abre así un corto compás de espera para los discípulos privados de la presencia física de Jesús. Será para ellos  un tiempo de reflexión sobre el sentido de la muerte y resurrección, el éxodo de Jesús y de espera de la realización de la promesa del Padre. La comunidad de los discípulos debe alcanzar la autonomía asumiendo la misma misión del Señor: «Como el Padre me envío así los envío yo” “Vayan por el mundo y anuncian la Buena Nueva» Mt. 28, 19

Una presencia sin signos milagreros

Por fin,  la vuelta de Jesús, como su ida al cielo, se realizará sin manifestación esplendorosa alguna. Lo hará sin gloria ni poder. “ Porque se quedan mirando al cielo”.  Este Jesús volverá  así como lo han visto marchar hacia el cielo” Hechos 1, 11

La ascensión de Jesús esta descrita en términos de separación, sin connotaciones gloriosas. Photo by NO NAME on Pexels.com

El lugar de la misión no es volver al “templo ni a Jerusalén” sino ir a Betania y al  mundo de las realidades humanas. Sin embargo, los discípulos no han entendido eso todavía, no han hecho su propio éxodo. Son muy verdes para que puedan llevar a término su éxodo personal y trabajar en la realización del Reino, animados y conducidos por el Espíritu Santo.

La ascensión de Jesús nos orienta para la misión…

Para ser misionero es preciso hacer un éxodo, una salida de toda tierra de opresión y de alienación religiosas y culturales. Esto implica:

  • La misión se realiza en el terreno de las realidades humanas donde se viven relaciones humanas y sociales concretas.
  • La misión tiene como norte la creación de un mundo nuevo de libertad, de fraternidad y de justicia: El Reino.
  • Por eso es un salir fuera de todo espacio sagrado, cultural y tradicional donde se da la opresión.
  • El lugar de la misión es  “Betania y el mundo”.
  • La misión se vive en la vida cotidiana, sin gestos ni manifestaciones grandiosas.
  • A Jesús no se lo encuentra mirando al cielo,  sino presente en la vida real y ordinaria. Es allí donde Él nos envía y  acompaña con su cercanía.
  • En la misión siempre hay un “compás de espera” para que nuestra acción sea la de Jesús y para pedir y esperar la guía y las fuerzas del Espíritu.

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