La vida no muere

Escrito por Andrés Dionne p.m.e. Honduras

Guerras y destrucción, destierros y exilios, son efectos de los sembradores de muerte.

Depender  del tener, del placer y del poder, vivir dormidos como muertos que caminan despreocupados de saber quiénes son y por qué viven, son formas de suicidios que la sociedad nos impone. 1)

La Semana Santa nos invita a mirar y contemplar a quien renunció a toda forma de muerte y a comprometernos a bajar al “ser humano” de la cruz. Esta semana culmina con la celebración de la victoria de Jesús sobre la muerte. La cruz fue consecuencia de una vida plenamente vivida en fidelidad a “Dios”, “misterio de amor”. Como hombre Jesús vivió su Humanidad en Plenitud. Su vida nos muestra el “camino” de la VIDA. El “Camino” que tenemos que recorrer para alcanzar nuestra “plenitud” humana, el “Camino” para construir una “humanidad Nueva y Plena”.

Jesús no vino a morir por nosotros, “para nosotros”. En Él, no hay paternalismo. Como hermano, Él vino a mostrarnos el “Camino” e invita a los que creen en Él,  o sea a los que dan su adhesión a Él,  a recorrerlo.  Jesús murió despierto como vivo que dejaba atrás las semillas de la muerte y que caminaba hacia la plena realización de su humanidad. “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. (Jn 11, 25)

«Amar al prójimo como a  uno mismo; amar a la tierra como si fuera una prolongación de tu cuerpo

Quienes recorren su “camino” están llamados a creer como Él, es decir, a vivir inspirados en su espíritu, en sus convicciones, en su manera   de ser, de amar y de relacionarse con la realidad humana, con la naturaleza, con el cosmos y con Dios. El Espíritu de Jesús de Nazaret es fascinante y, al mismo tiempo, inquietante. Su espíritu nos revela al que es fuente de vida nueva e inagotable y es energía de amor, presente en cada ser y en cada persona.

  • Ser cristiano es entrar en un movimiento espiritual que busca conducir a los individuos por el «camino» de la vida y de la plena realización del Ser humano en trascendencia. Para el cristiano no hay muerte sino Pascua, o sea paso hacia la plenitud de la vida, de la transformación y de la resurrección.
  • Ser cristiano es sumarse en este movimiento espiritual que no busca proponer cómo vivir la santidad mediante la fe en mitos, la realización de ritos y la concreción de sueños, sino en ser misericordiosos y bondadosos, y actuar motivado por las exigencias del amor.

Creer como Jesús es:  «Amar al prójimo como a  uno mismo; amar a la tierra como si fuera una prolongación de tu cuerpo; seguir respirando el aliento de una vida que se  renueva continuamente; ser capaz de sentir ternura y caricias en el rostro de los demás; correr por los campos y dejarse  encantar por los guiños de las margaritas; mirar el cielo azul    y ver las golondrinas juguetonas en el aire; mirar la historia  del mundo como si fuéramos monjes sin hábito, sin reglas, sin monasterio y sin dios allá arriba… así es como podría ser la aventura espiritual de los humanos cuando finalmente hayan completado su viaje más allá de la religión«. Francesco Comina 2

  1. Cf. Logoterapia camino de autohumanización, Francisco Bretones
  2. Cf. Por un cristianismo sin religión, Bruno Mori

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