La misión es aquí y ahora

Escrito por Andrea Solano, Costa Rica

Vos y yo somos misioneros desde el bautismo y nuestra primera misión es desarrollarnos en la vida cotidiana: a vivir, a vivir plenamente. Es decir, cuando dejamos la comodidad para ir al encuentro del otro; cuando decidimos vivir a contracorriente de lo que el mundo nos dice; cuando damos una sonrisa al que está triste o sacamos el rato para escuchar a un desconocido.

Cuando estamos pendientes y cuidamos de nuestros padres o abuelitos, cuando decidimos criar a nuestros hijos con dulzura y cercanía; cuando entendemos que lo más importante en la vida no se compra, sino que viene envuelto de detalles, sencillez, risas, cuando…(podés agregarle lo que hoy hagas en tu misión del día a día).

«…Cuando entendemos que lo más importante en la vida no se compra, sino que viene envuelto de detalles»

Y es que, si estuviéramos en una misión ad gentes, lejos de nuestra tierra y no hacemos nada de esto, no estaríamos viviendo la misión, sino solamente, viviendo en otro país.

El Amor es el que nos mueve a vivir la misión en la vida diaria, nos ancla en el aquí y ahora, sirviendo en las pequeñas tareas, disfrutando las alegrías, abrazando el desgaste y cansancio de cada día, que solo tienen verdadero sentido desde el amor. Como decía santa Teresita del Niño Jesús: “Mi vocación es el Amor”. Nuestra vocación es el Amor, porque Jesús nos amó primero (I Jn, 4, 19).

Es por eso que Él nos sigue invitando a servirle, donde sea que estemos, con cualquier tipo de personas con la que compartamos sin importar el rol que desempeñemos, la vocación de todos es el Amor. Es amar.

«El Amor es el que nos mueve a vivir la misión en la vida diaria, nos ancla en el aquí y ahora, sirviendo en las pequeñas tareas, disfrutando las alegrías..

En una ocasión, tuve la oportunidad de conocer a un seminarista que no se consideraba misionero, al terminar la Eucaristía, me acerqué a él y le dije que también él era misionero, que la misión está intrínseca en cada uno de nosotros como cristianos. Es importante animarnos mutuamente y recordarnos aquel primer llamado que hemos recibido.

¿Has sentido que, en este momento de tu vida, en medio de todas tus ocupaciones, no estás colaborando en la construcción del Reino? ¿Has experimentado una falta de sentido o propósito en tus tareas cotidianas? Si es así, es momento para hacer un alto, orar, ponerte en camino y salir al encuentro de tus hermanos y hermanas para amar a través de los gestos, las palabras y los detalles desde la sencillez de tu vida.

Ese es el mensaje con el que quiero que nos quedemos en nuestra mente y corazón. Soy misionera, soy misionero, en la cotidianidad de mi vida; porque, al final, la misión más importante es el Amor, mi vocación es amar.

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