Redescubriendo el corazón del sacerdocio

Escrito por Luis Zambrano, sacerdote diocesano, Perú

Parte II

En la primera entrega de este tema se comenzó formulando tres preguntas: ¿Existen todavía «rastros» del pasado imperial de la Iglesia? ¿Estás consciente de tu llamado bautismal a ser sacerdote-sacerdotisa? ¿Cómo está tu autoestima laical?

Tres preguntas que nos brindan un contexto para reflexionar sobre el sentido del sacerdocio. Te recomiendo leer la primera parte antes de seguir.

El sacerdocio ministerial

El verdadero sentido del sacerdocio hoy es vivirlo y entenderlo en forma integral: El sacerdocio de los fieles y, dentro de el, el sacerdocio ministerial. Entonces el sacerdote ministerial está llamado a servir y a promover a los sacerdotes y sacerdotisas laicales.

El sacerdocio ministerial está enraizado en el bautismal y vuelve a él. Y no puede ser una especie de expropiación del sacerdocio bautismal como se ve en multitud de casos, que ya se han convertido no solo en tendencia sino en lastre secular.

«El sacerdote ministerial está llamado a servir y a promover a los sacerdotes y sacerdotisas laicales». Imagen por Luis Ángel Espinosa, LC. http://www.cathopic.com

Todos los bautizados y bautizadas participamos del único sacerdocio de Cristo. Por tanto, él es nuestro gran punto de referencia, él es nuestro único maestro y pastor, el objeto de nuestra fe y quien da sentido a nuestra vida.

Por eso los obispos en la Conferencia de Aparecida (2007) llamaron a todos y todas discípulos misioneros. Los obispos también son discípulos y los laicos-as también son misioneros-as.

En la vocación: optar por los pobres como pobres.

Desde esta plataforma básica, que se llama “pueblo de Dios”, es Jesús el modelo para todos y todas. Y algo fundamental en Jesús es su ser como Hijo de Dios hecho hombre y hombre pobre.

El ser pobre en Jesús no es una casualidad ni una añadidura, sino parte constitutiva de su ser Hijo de un Dios que siempre optó y apostó por los pobres, por los más débiles y oprimidos, por los esclavizados (Éxodo 3, 1- 12; Isaías 1, 11- 17; Amós 8, 4- 6; Mateo 11, 1- 6; 25, 31- 46; Lucas 4, 16- 21; Lucas 19, 1- 10; 1 Corintios 1, 26- 29; Santiago 2, 1- 7 ).

«Optar por los pobres como pobres». Imagen por Yandry Fern ández http://www.cathopic.com

El Papa Benedicto XVI dijo al respecto en Aparecida: “En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica, en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Corintios 8, 9)”. Discurso inaugural 3.

Y como seguidores de Jesús y comunidad de sacerdotes ( 1 Pedro 2, 5 ) tenemos el desafío de optar por los pobres como pobres. Aquí podemos hablar de una Conversión Cristológica.

Nuestro sacerdocio bautismal y ministerial estará siempre confrontado con los y las pobres del mundo, que son la mayoría (Mateo 25, 40). Todo lo demás vendrá por añadidura (cf. Mateo 6, 33).

En esta línea se enmarca la apuesta de Juan XXIII “una Iglesia de todos, especialmente de los pobres” y la de Francisco “una Iglesia pobre y para los pobres”. Se trata de vivir una Iglesia sencilla, pobre y solidaria con los pobres.

Esto exigirá una conversión personal y comunitaria. Pero a la vez un cambio de estructuras en toda la Iglesia.

Iglesia servidora y pobre

La Iglesia aparece en parte como un conglomerado “jerarcológico” como apuntaba Ives Congar, que es la perversión de la jerarquía.

Parte de esa sencillez será la abolición de títulos y distintivos innecesarios, que desdoran el evangelio porque son señal de poder a imitación de los poderes del mundo, como lo apuntaron los 40 obispos que al final del Concilio Vaticano II firmaron el “Pacto de las catacumbas”. Bastará que nos llamemos entre nosotros hermanos y hermanas ( cf. Mateo 23, 8- 12).

Otro aspecto de esa conversión será también, por ejemplo, dejar de comercializar las misas, bendiciones y sacramentos que ha convertido a la Iglesia lastimosamente en una transnacional de productos religiosos.

El Papa Francisco desde el 2014 ha hablado contra esta comercialización, pero casi nadie le hace caso, tampoco los jesuitas, porque nuestra Iglesia está dominada por el ídolo del dinero en contradicción con el deseo de Jesús ( Mateo 6, 24).

«Parte de esa sencillez será la abolición de títulos y distintivos innecesarios…bastará que nos llamemos entre nosotros hermano s y hermanas». Imagen por Sandra Real http://www.cathopic.com

Este llamado al cambio es para los sacerdotes y sacerdotisas bautismales que día y noche exigen las “misas privadas” dispuestos a pagar cualquier precio. También es para los sacerdotes ministeriales que, en gran parte, han hecho de eso un motivo de lucro, al que no están dispuestos a renunciar.

Junto a ello queda pendiente de que los sacerdotes ministeriales deberían tener un oficio o profesión como era en los primeros siglos, para vivir de su trabajo como la mayoría de los humanos. La misa y los sacramentos serían un servicio, no un trabajo.

Es hora de actuar y de empezar por nosotros mismos. Todo lo bueno empieza pequeño. Así empezó Jesús. Así empezó nuestra Iglesia.

Te leo en los comentarios.

2 Pensamientos

  1. Muy buenos días, en primer lugar al Hno y Sacerdote Luis Zambrano Rojas. Estuve leyendo el contenido de este mensaje que trata sobre el Sacerdocio Bautismal y el Sacerdocio Ministerial, de hecho que desde el bautismo somos sacerdotes y sacerdotisas llamados al servicio de la Iglesia para una misión que Cristo mismo nos ha encomendado. Pero hoy la Iglesia específicamente ha dado esa tarea de evangelizar a las personas que sienten esa vocación de ser llamados y escogidos y de ahí que si yo hablara de esa esa vocación de ser llamados para ese ese servicio yo también fui Seminarista en la Iglesia puesto que en esos años que yo estuve preparándome para ser Sacerdote yo nunca entendí porque nos han retirado a una buena cantidad de Seminaristas en la Iglesia del sur andino y sin motivo alguno y sin una explicación y de hecho que hasta hoy siempre fue un cuestionamiento en mi persona como ex Seminarista. Digo esto porque de haber vocaciones para el servicio de la Iglesia hay y sin intenciones de lucro cuando hay una vocación verdadera se podría decir, pero la otra interrogante es ¿a quienes escogen para ese servicio que Cristo encomendó ? me parece que algo pasa en el fondo desde las cabezas de la Católica.

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    1. Respuesta de Luis Zambrano.

      Estimado Héctor:

      Los seminarios, en teoría, son lugares de formación para el sacerdocio ministerial.
      Aunque muchas veces, por ser lugares cerrados, deforman a los seminaristas: impiden el contacto natural con la población y les hacen perder su identidad andina, cosa que sucede en nuestra región.

      Naturalmente, en los seminarios hay un proceso de elección de candidatos, como en toda institución. Y los encargados de hacerlo son los llamados formadores. Ellos, como humanos, no siempre aciertan. Y en muchos casos dan paso a la ordenación a seminaristas aduladores y sumisos y retiran del Seminario a los que critican y cuestionan ciertos hechos y costumbres del seminario. En mi caso, yo tuve problemas en el seminario por opinar libre y sinceramente. Felizmente tuve un obispo que comprendió que mis opiniones y reclamos eran por amor a la Iglesia y no al contrario.

      Con afecto,
      Luis Zambrano

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